lunes, 27 de mayo de 2013

Reseña "Iván el terrible".

Reseña "Iván el terrible"

Película dirigida por Sergei Einsestein, su título original es Iván Grozhnyy, está clasificada como película de acción y tiene una duración de 99 minutos, su actor principal es Nikolay Cherkasov. Fue auspiciada por la federación Rusa y busca ilustrar la historia del primer zar de Rusia, él tuvo que sostener enfrentamientos militares contra sus enemigos del interior y del exterior para crear un estado fuerte y moderno. 

En 1547, a los 17 años, Iván es coronado zar en la catedral de Moscú por el patriarca Macario, esto fue después de 14 años pues lo habían nombrado como zar desde que tenía 3 años. El apoyo de la Iglesia ortodoxa confirió al acto un estado sagrado que sería la base de la autocracia zarista. En el interior, para combatir a los boyardos, fundó la Oprichnina, milicia muy fiel, gracias a la cual los nobles rivales políticos directos fueron asesinados o deportados, y sus tierras confiscadas y distribuidas entre los miembros de esta milicia. 

Nacía así una nueva aristocracia, que sirvió ciegamente al zar a cambio del bienestar para sus familias a partir de la retención en propiedad de grandes extensiones de terreno y contribuyó a consolidar su poder. 

La película como tal no luce divertida, ni siquiera entretenida, pues la construcción estuvo notoriamente más inclinada a la composición de las escenas lo cual estéticamente es una muestra inequívoca de excelencia, pero, en aras de defender o promover si se quiere la prolijidad de su producción, se deja de lado la calidez de su curva narrativa, muestra de ello es que hay escenas tan elaboradas que parecen comerciales, es decir, pequeñas historias, pequeñas piezas comunicativas pero la secuencia de la película se da de manera segmentada y en consecuencia forzada. 

En ese orden de ideas se puede realizar una lectura en su naturaleza, segmentada; hay escenas tan elaboradas como el caminar de fondo del ejército Ruso frente a la barba de Iván en un primer plano, tal vez queriendo hacer una comparación con la narración de la unción de aceite en las barbas del patriarca Abraham el cual desciende hacia su pueblo llenándolos de gracia y aprobación. 

El manejo de la luz en procura de magnificar las siluetas a partir de sombras y/o perspectivas es admirable, la gesticulación de su elenco, la actuación tiránica de su protagonista, el actuar de los antagonistas con odio ciego y manifiesto marca una historia de origen político, pues solo con el prisma religioso o político puede sentenciarse un guión imputando posiciones radicales y amañadas, seguramente si la historia hubiese sido relatada y producida por descendientes de los boyardos otra versión se entregaría. 

El vestuario y la distribución de los elementos que participan en cada una de las escenas se muestran con una disciplina propia de un régimen como el ruso, impecable, sin dejar detalle alguno al azar; la solemnidad, opulencia y desmedido protoco,lo muestran la cara perversa tanto de la naturaleza del poder, cuanto más, en la sociedad europea, de quienes el mundo entero ha heredado un culto sin fondo alguno hacia la ceremonia, a la magnificación de la forma en la promoción de la estética acompañado del accionar político y militar implacable contra el más débil han hecho de historias como la narrada en esta película una muestra más de un inmenso accionar colectivo instigado por pequeños grupos con músculos políticos, económicos y militares, tal vez no exista persuasión… quizá la necesidad, negligencia y comodidad, ponen punto final a un conflicto de siglos.  

El maquillaje también ofrece un semblante sombrío, calculador y de sagacidad a sus personajes, el maquillaje sumado a la utilización de la luz otorga una sensación marcada de manera si se quiere exagerada y contundente al momento de las confrontaciones y sentencias. Reitero, la película me obliga a realizar una lectura segmentada de una obra que sin lugar a dudas tiene un trabajo estético, conceptual y técnico incomparable, pero totalmente distante de ser una historia cautivante. 

Alejandro Forero Cuéllar. 

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